#1762-A 47 años del golpe genocida 

24 de marzo de 1976 es la fecha que está grabada en la memoria de nuestro pueblo como el comienzo de la dictadura más feroz de nuestro país, por eso las plazas de todo el país se llenan para repudiar el golpe genocida.

En esta fecha reivindicamos la lucha de nuestros 30.000 compañeros y compañeras detenidos desaparecidos por luchar por un país sin opresión, sin explotación, con independencia económica y soberanía política.

Hoy se cumplen 47 años de aquel golpe genocida, en un mundo gobernado por la voracidad  y mezquindad de las grandes corporaciones que, a pesar de la pandemia, sólo dieron vacunas a aquellos países  que podían comprarlas, luego a la salida de la epidemia, se desató una guerra, que todavía padecemos,  sumiendo  a la mayoría de los trabajadores de todo el mundo en una vida más miserable y más precarizada.

Se cumplen 47 años del golpe mediante el cual nos quisieron ahogar con  muerte, dolor y ausencias, imponiendo el miedo y llenándonos de silencio.  No consiguieron callarnos, mucho menos borrar la memoria de rebeldías y de organización de nuestro pueblo. Por eso en plena dictadura las Madres  y Abuelas de Plaza de Mayo se pararon frente al poder para exigir por la vida de sus hijos y la devolución a sus familias de los bebés apropiados. De a poco  se fue organizando en las fábricas y en las universidades las rebeldías que terminaron de explotar después de la derrota en Malvinas y finalmente dar fin a la dictadura.

Asumimos como nuestra principal tarea, hoy, el contar nuestra historia a los jóvenes que no la vivieron. El objetivo el mismo, ofrecer la misma  Verdad que declaramos juicio a juicio  para mantener la Memoria y seguir buscando Justicia.

Y, afirmamos, que es la principal  tarea porque las mismas fuerzas que llevaron adelante aquel golpe,  hoy niegan el genocidio, la existencia de los 30.000 detenidos desaparecidos y la miseria y destrucción económica en la que nos hundió aquella dictadura. Por eso debemos recordar que, como denunció Rodolfo Walsh en su Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar en 1977, el objetivo de todas las atrocidades cometidas por esa dictadura debe buscarse en la entrega de nuestros recursos, la destrucción de la industria nacional y la superexplotación de trabajadores que impuso en las fábricas. 

Las políticas de las derechas en nuestro continente se afilan con la desmemoria, así se “visten” de novedad y se presentan como lo moderno para llevarnos a la prehistoria de trabajadores sin derechos,  educación sin mirada crítica y anulación de la identidad de nuestros pueblos originarios.

Por eso es importante que hoy recordemos que aquel golpe de 1976 estuvo precedido por el asesinato impune de cientos de compañeros y compañeras que luchaban por otra sociedad, a manos de la triple A la CNU y otras bandas fascistas. Y  que recordemos que en año 1975 comenzó en Tucumán el Operativo Independencia, ensayo del genocidio que luego se implantaría en todo el territorio nacional. También recordamos a los diarios y noticieros de aquella inundando la opinión pública hablando  de  desgobierno,  descontrol y  funcionarios corruptos. A sabiendas abrían las puertas al golpe presentando al fascismo, que se impuso con él,  como el salvador del orden contra la corrupción. Así se presentaba, avalada por los grandes medios, aquella  dictadura asesina que se dedicó a entregar nuestros recursos,  beneficiando  a los más grandes monopolios en perjuicio de la inmensa mayoría del pueblo a quien dejó una deuda externa impagable. 

Para llevar adelante esa política, organizaron un plan de exterminio implementando en todo el país el Terrorismo de Estado.  Llevaron adelante un genocidio cuyo fin fue el terminar con una generación que se entregó sin reservas a la lucha por un mundo sin explotadores y explotados.

La dictadura asesinó, secuestró, violó,  robó niños, suspendió absolutamente todas las actividades colectivas y sembró el terror. Toda actividad política y social era perseguida. Declaraban los genocidas una y otra vez que “no había plazos”, que las “urnas estaban bien guardadas”. Se creían invencibles……pero nuestro pueblo fue  tejiendo la resistencia desde el primer día, así como en los campos de concentración nuestros compañeros y compañeras no olvidaban los gestos de solidaridad.

Cada paso que se dio  contra la impunidad fue ganado en las calles por nuestro pueblo, nada nació  en el despacho de un juez o fiscal, ni en el despacho de un funcionario. Fue nuestro pueblo quien salió a las calles a exigir juicio y castigo a pesar de la ley de autoamnistia de la dictadura, en las calles conseguimos ese juicio maniatado contra las juntas militares. Desde el momento en el que el gobierno radical aprobó las leyes de Punto final y Obediencia Debida , luchamos por su anulación, hasta que finalmente 15 años después, tras la gran rebelión del 2001, en el 2003 el mismo congreso que una y otra vez negó su tratamiento dio por tierra aquella leyes de impunidad.

Por eso a casi 40 años del fin de aquella dictadura denunciamos a estas “nuevas” derechas: los Milei, los Spert, los Macri y sus socios de Juntos por el Cambio,  que militan la desmemoria para quitarnos derechos y libertades. Es esa misma derecha que fogoneó y provocó el atentado contra Cristina Fernández, vicepresidenta de la Nación y que después intentó naturalizar el atentado como obra de un loquito suelto.

Durante los últimos 40 años esa derecha recalcitrante estuvo agazapada en los tribunales de una justicia que  después de la anulación de las leyes de impunidad continuó intentando perpetuarla, desguazando las causas, produciendo juicios a cuenta gotas, por pocos compañeros/as y contra pocos genocidas.

Y cuando finalmente conseguimos las condenas de algunos, la Corte Suprema tarda años en dar sentencia firme a esas condenas. Por eso hoy a 40 años de terminada aquella dictadura no hay más de dos condenados por campo de concentración, de los más de 600 que funcionaban y la mayoría de los genocidas goza de la prisión domiciliaria. Estas demoras en realizar los juicios y en confirmar las condenas produce lo que denominamos impunidad biológica ya que son miles los genocidas que mueren tranquilamente en sus casas, sea por no haber sido juzgados o sea por tener el beneficio de la domiciliaria por no estar firme la condena. El recientemente fallecido Carlos Blaquier fue uno de los genocidas beneficiado por esta impunidad.  A estos beneficios se le suma el de la libertad por cumplir las 2/3 partes de condenas exiguas dictada por tribunales que no reconocen la dimensión del genocidio. Este año nuevamente el Poder judicial, lejos de corregir esta política,  amenaza con morigerar las penas y otorgar domiciliarias a los pocos genocidas condenados.

Este Poder judicial que condenó sin pruebas  a Daniel Ruiz y César Arakaki por participar de una movilización en  2017 contra la reforma jubilatoria del macrismo y que frenó la reforma laboral que planificaban, es el mismo Poder Judicial que hoy, con la excusa de la corrupción, proscribe  a Cristina Fernández después de acusarla de asociación ilícita. 

En todo el país se ha desatado una campaña de demonización de los pueblos originarios, presentándolos como usurpadores, cuando reclaman sus territorios ancestrales.  Sigue detenida Milagro Sala en Jujuy, sometida a todo tipo de atropellos a manos de Morales que llevó adelante el ensayo de criminalización que luego Macri aplicó en el país durante su gobierno.Todos los perseguidos y demonizados por el gobierno macrista siguen sufriendo persecución judicial.

El gobierno de Alberto Fernández no ha tomado ninguna medida para revertir esta situación y recién a medio año del fin de su mandato manda al Congreso un pedido de juicio político a la corte suprema del 2×1.

La única manera de cambiar la ofensiva fascista con la que nos  inundan los grandes medios de comunicación  y desde el Poder Judicial, ya sea persiguiendo luchadores o avalando las ofensivas de las grandes empresas, es luchando en las calles contra la miseria y contra el acuerdo con el FMI que ha provocado un ejército de trabajadores pobres.

Terminada la dictadura las prácticas de gatillo fácil, de tortura en las cárceles y de detenciones arbitrarias a manos de las fuerzas de seguridad sen han incrementado. Desde Walter Bulacio hasta Luciano Arruga y Facundo Astudillo Castro una y otra vez hemos tenido que reclamar y denunciar a las fuerzas de seguridad que nos quitan la vida de nuestros jóvenes con total impunidad. Desde el poder, se presenta cada caso como único, como si fuera una anomalía del sistema cuando en realidad es la norma. 

Por estas razones desde la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD) seguimos sosteniendo que la mejor forma de honrar la memoria de los y las 30.000, es seguir peleando por Memoria, Verdad y Justicia y continuar la lucha por el logro de los objetivos por los que vivieron y dieron sus vidas.

30.000 COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS DETENIDOS/AS DESAPARECIDOS/AS

PRESENTES, AHORA Y SIEMPRE

ASOCIACIÓN DE EX DETENIDOS DESAPARECIDOS (AEDD)