Planos realizados por la CONADEP en el año 1984
El Pozo
El Pozo de Quilmes (también conocido como Chupadero Malvinas) está ubicado en las calles Allison Bell s/n esquina Garibaldi, en el centro de la ciudad de Quilmes, Partido del mismo nombre en la Provincia de Buenos Aires. Allí funcionó la Brigada de Investigaciones de Quilmes y actualmente ocupa el predio, la Brigada Femenina 14 y Logística de la Provincia de Buenos Aires.
La CONADEP realizó una inspección ocular en el Pozo el 18 de mayo de 1984. En ese momento, las instalaciones eran ocupadas por la Brigada Femenina XIV de la Policía de la Provincia de Buenas Aires. El edificio cuenta con 5 plantas (ver planos), y un entrepiso. El frente es semejante al de un chalet y estaba pintado de blanco. “El edificio esta algo retirado de la calle y el terreno que le separaba de ésta, limitaba a un lado con un muro no muy alto y está en parte cubierto de césped” recuerda un detenido. Se ingresaba por un amplio garage a través de un portón corredizo, ubicado un nivel por debajo de la acera. “Tenía una puerta de madera que daba a un pasillo (con una pared de material y una de alambre tejido a partir de 1 m del suelo) que desemboca en una escalera de material que conduce a los calabozos del 1er piso. En el otro extremo del pasillo, habia otra escalera de madera que conducían a las oficinas, que daban a la calle y no tenia comunicación aparente con los calabozos” narraba un detenido. Algunos secuestrados recuerdan haber permanecido en asientos de auto marca Citroën y y que en lugar había varios neumáticos. En algunos casos, se practicaron torturas en ese lugar. La escalera tipo caracol era la mayormente utilizada por los represores para conducir a los secuestrados a las celdas y sala de torturas. Las celdas se distribuían en forma de “L”, con piso y techo de cemento, alrededor de un patio enrejado que podía verse desde los pisos superiores.
El patio del primer piso estaba techado con rejas, así como el tercero y el último. Desde el patio del primer piso, y a través de las rejas del pozo de aire, se podían observar los corredores que bordeaban los calabozos de los pisos superiores. Los calabozos en general eran de 1,80 metros de ancho por 2 metros de largo, de fuertes paredes de concreto y cerradas por puertas de hierro doble con un ventanuco enrejado. Las paredes habían sido oscurecidas de modo de absorber la escasa luz natural que se filtraba por la ventanilla. A la salida del patio del primer piso hay un corredor dividido por una pared de 1,20 metros aproximadamente de alto y a partir de ese una malla de tejido metálico hasta el techo, similar a los que hay en las cárceles comunes y que sirven para que los presos reciban visitas.
Desde algunas celdas, podía verse el Hospital Isidoro Iriarte de Quilmes ubicado ea pocas cuadras. Un ruido característico en los últimos pisos era el de una cámara séptica al que hacen mención numerosos detenidos. La habitación del tercer piso, usada para interrogatorios, era de ocho metros por cuatro aproximadamente, con un pequeño baño, puerta de hierro y un ventanal con papeles pegados de color verde, de grandes dimensiones y con dibujos geométricos, así como una chimenea o tanque de agua en forma triángulo ubicado en un ángulo del edificio.
De acuerdo al trabajo de recopilación de datos realizado por la AEDD, el Pozo de Quilmes funcionó como campo de concentración desde 1975 (algunos secuestros fueron perpetrados por la AAA) hasta 1979. Desde 1976 dependió de la Zona 1, Subzona 11, Area 111, a cargo del Batallón Depósito de Arsenales 601, partido de Quilmes.
En el año 1975, los testigos, manifiestan que fueron interrogados inclusive bajo torturas, indicando que el Pozo de Quilmes era utilizado como centro de obtención de información. A todos les fueron tomados fotos, datos y huellas digitales. Ya bajo la dictadura militar, y a partir del mes de agosto y hasta fines de 1976, el Pozo de Quilmes se caracterizó por ser un lugar de tránsito o depósito. La mayoría de los secuestrados en este período venían de otros CCD en donde ya habían sido interrogados. La mayoría de los testigos procedían del Pozo de Arana o del Destacamento ubicado en la misma localidad y en donde habían sufrido salvajes interrogatorios. Uno de los grandes traslados de secuestrados que se realizaron desde estos CCD (septiembre de 1976) fueron con destino al Pozo de Quilmes y otra parte de los prisioneros fueron “depositados” en el pozo de Banfield. Este fue el caso de algunos personas que fueron secuestradas relacionadas con el hecho conocido como “la Noche de los Lápices”. Inclusive hay testigos que fueron llevados para interrogar por uno o dos días. En el período 1977 – julio 1978 el Pozo de Quilmes se transformó en un centro de “extracción” de información. Los detenidos en este período eran salvajemente torturados. Muchos de ellos eran secuestrados por el propio personal de la Brigada de Investigaciones y eran llevados directamente al Pozo. En este período actúa también personal uruguayo, encargados de secuestrar y torturar a los detenidos de la misma nacionalidad.
La vida cotidiana en el Pozo
La alimentación era muy escasa, así relata un sobreviente: “alguna comida, algo que era, para que se suponía era para comer, o sea polenta mal hervida o fideos mal hervidos, crudos semi crudos, con agua bah, fideos con agua que, con la intención de hervor y la polenta igual, ……por ahí la variante alguna vez, algún pancito más o alguna taza de mate cocido amargo, esas eran las variantes que podía haber en el menú, pero bueno, día por medio era ritual lo, real que a veces pasábamos cuatro o cinco días sin comer, (solo) agua” Otro detenido dice: Por la mañana nos traían mate cocido, al mediodía alguna comida tipo polenta o fideos y por la noche generalmente mate cocido otra vez. La cantidad de comida variaba según fuéramos muchos o pocos los detenidos. Calculo que cuando llegamos deberíamos encontrarnos allí unos 25 hombres”. El sitio era rara vez aseado y era escasa la pasibilidad de aseo personal. Un sobreviviente recuerda: “…había dos o tres guardias que nos iban abriendo el, de a una las celdas y nos permitían pasar al baño si no teníamos “el ayudín” que era nuestras tazas de noche, el tarro de lavandina, y a veces se juntaba las tazas de dos o tres o cuatro noches hasta que podíamos llevarla al baño a depositar nuestro escremento y orina..”
El Hospital de Quilmes
A este hospital fueron llevados numerosos detenidos, en algunos casos para darles primeros auxilios y luego ser retornados a algun centro clandestino de detención. Además allí fue llevada Silvia Mabel Isabella Valenzi. Relata una secuestrada del Pozo de Banfield: “Ella estaba secuestrada en el Pozo de Quilmes cuando empieza el trabajo de parto, y la saca Bergés…y la lleva al Hospital de Quilmes a tener a su beba…. Estaba de guardia el Doctor Blanco, y Bergés pretende que se queden dos policías en la sala de parto y, el Dr Blanco con una entereza realmente notable le dice que de ninguna manera, que no va a permitir que los Policías se queden adentro de la sala de parto, que si los quiere dejar que los deje afuera… y así es como Silvia tiene a su bebé y puede decirle a la enfermera y a la partera el nombre de ella, de la madre y la dirección de la madre… y ambas le avisan a la madre de Silvia que Silvia había estado ahí y había tenido a una nena, justamente por eso la mamá de SIilvia va al HOSPITAL a buscarlas a Silvia y a la nena. Lamentablemente estas dos personas desaparecen inmediatamente después… y también sabía que es el propio Bergés el que al día siguiente la va a buscar al Hospital de Quilmes y la lleva en una camioneta al Pozo de Banfield que es donde yo la encuentro. Por supuesto Rosa, la hija, que así le había puesto a su hija según me dijo y Silvia están desaparecidas”.
Ciudadanos uruguayos: plan Cóndor:
El Pozo de Quilmes junto al Pozo de Banfield constituyeron, sin duda, un centro de operaciones del Plan Cóndor en cuanto a la coordinación represiva entre la Argentina y la República Oriental del Uruguay. Los secuestrados de esta nacionalidad eran alojados alternativamente entre ambos pozos y salvajemente torturados. La prueba de ello es la enorme cantidad de personas de esa nacionalidad que por esos campos pasaron. Recientemente un trabajo de investigación realizado en Uruguay, pone en evidencia el accionar conjunto de las fuerzas represivas de ambos países (La República 14/12/2006, Brecha N°1099). Cinco personas quienes fueron detenidos en Buenos Aires en diciembre de 1977 y figuran hoy como desaparecidos en Argentina, en realidad habrían sido trasladados a Montevideo a principios de 1978 y torturados en «La Tablada», un centro clandestino de detención en Uruguay, donde fueron vistos por un ciudadano uruguayo secuestrado y desde esa fecha permanecen desaparecidos.
Los uruguayos Carlos Federico Cabezudo Pérez, Célica Elida Gómez Rosano, Eduardo Gallo Castro, Juvelino Andrés Carneiro Da Fontoura, Miguel Angel Ríos Casas, y la argentina Carolina Barrientos Sagastibelza, fueron las víctimas del traslado que, probablemente por mar o fletando aviones de la ESMA, coordinaron militares de Argentina y Uruguay. A partir de 1977 oficiales de inteligencia de la marina uruguaya, en especial del Fusna (Fusileros Navales) y de la Prefectura Nacional Naval, sustituyeron a los comandos del Ejército en la coordinación con los aparatos represivos argentinos (en particular con personal de la ESMA, el comando de 1er cuerpo de Ejército y la Prefectura Naval).
Al menos veintinueve fueron los ciudadanos uruguayos de los cuáles se tiene registro que permanecieron en cautiverio en el Pozo de Quilmes.
Texto extraído de «Tantas voces….Tantas vidas» año 7 – n° 14 – junio 2007